Había una vez tres chicas que estaban yendo a sus casas. Martina, Melu y Camila se encontraron con un fantasma en el camino.
El fantasma era blanco y muy grande. El fantasma las quiso asustar pero no pudo porque no sabía ser fantasma. El fantasma no daba miedo, hacía chistes, era un fantasma gracioso. Entonces las chicas no se asustaron, se mataron de risa.
Después apareció una bruja, era muy pero muy buena y graciosa. La bruja le dio una varita mágica a Melu.
Melu hizo que el fantasma se haga malo. Y para salvarse de él, las chicas le tiraron agua con una pistola de agua. El fantasma se convirtió en una montaña de nieve.
Melu, sin querer, hizo mala a la bruja. La bruja las quería matar, entonces Melu hizo que vaya a su casa.
De repente apareció algo más. Apareció una manzana que hablaba y les dijo: -soy la manzana sangrienta y las voy a comer.
Para salvarse, las chicas se comieron la manzana.
La hojita hacía que aparezca una lluvia de caramelos. Los caramelos eran mágicos, si uno se los comía les daba magia.
Entonces las chicas se comieron los caramelos.
La manzana feliz se comió uno pero justo ese caramelo era para llorar y la manzana se puso triste.
Al final las chicas, muy felices, fueron a sus casas y la manzana se comió otro caramelo y se hizo feliz.
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